Estoy cansado, estoy aburrido.
A algunas cosas no les encuentro mucho sentido.
No entiendo porqué me daña tanto,
lo que me mantiene encendido.
Y no es la primera vez que me planteo:
Si vale la pena algo.
Si retrocedo o avanzo.
Si se conserva equilibrio entre lo que te entrego
y lo que gano.
Necesito ya un abrazo tuyo,
que me haga creer en ti.
Quedan muy lejos en mi memoria,
los días de vino y rosas,
en que me moría por besar tu piel.
Y me enamoré de tu sabor.
Me enamoré de las palmas de tus manos,
de cada noche que nos acostamos.
Recuerdo cómo imaginaba tu olor.
Hoy sé que aún te amo,
pero tú ¿me correspondes igual a mí?
Te busco cada día,
te ansío y te anhelo,
te idealizo, te deseo.
Te persigo por cada rincón,
a cada hora te requiero,
sin ti se me hace largo el verano,
creo que sin ti, muero.
Después de atraerme con tu encanto,
obligarme a pretenderte durante años,
te noto ausente, apagada..
y ahora tú, tiene huevos,
te quedas callada.
Si me preguntas ¿quién soy?
¿Si aún me quedan instantes de emoción?
Te diré que sólo sé
que estoy listo para la acción.
No-sé-si-sería acertado afeitarme los pendientes,
talar las ardientes crines de cada lado de mi semblante.
Lanzar por la ventana todos los cables
que me mantienen a-ti-atado.
Conozco tus siete mares,
he navegado por tus cinco océanos.
He lidiado con los azules callejones secretos,
ocultos en tu navío de madera.
Podría tirar al mar, el puente,
que mantiene afinada mi pasión.
Romper las velas del mástil,
de mi sumergida embarcación.
Es preciso, es necesario,
que cuando cambie el mes,
me esperes en algún sitio,
donde se vea la luna bien.
Los suaves- mi casa
http://www.youtube.com/watch?v=NaxyBjqaM_o
Cuando sales a pasear por mi barrio,
saludamé si pasas por mi lado.
Te echo en falta desde hace tanto tiempo,
que a veces ya no sé cuánto te quiero.
Ya son muchos años con tu recuerdo,
tantos que se me difumina la memoria,
pero sigo deseando a todas horas,
que sigas a mi lado cuando despierto.
Seguro que te tratan bien por donde viajas,
te ha dado tiempo a dar
la vuelta al mundo entero.
En estos últimos tres mil días,
me hubiera gustado poder
acompañarte en algún sendero.
Te veo en las sonrisas de la gente,
en el tierno lloro de los niños,
en las manos amables y arrugadas de los ancianos,
en los azules ojos de las modelos.
Estás en mí siempre presente,
en los días de sol y en los de tormenta,
desde que, perezoso, me levanto,
hasta que por la noche me preparo,
para mi reunión contigo en sueños.
Lloro versos angustiados,
que siempre caen en el olvido,
y el tiempo pisa con sus garras,
perenne devorador de lo vivido.
Nunca me acerco al abismo,
no doy saltos sin ver el fondo,
con sensatez me ilusiono con tu vuelta,
pero soy realista y silencio todo.
Nunca pienses que hiciste bien en irte,
aunque siempre me veas sonreír,
porque río cuando estoy más triste
y lloro cuando sólo tú me podrías descubrir.
Me escondo, no salgo.
Prefiero estar caliente en casa.
Hiberno hasta en verano,
no les dejo ver mi cara.
Rehuyo la luz del sol,
me despierto por la noche,
en el espejo veo a un murciélago,
pero que antes fue un hombre.
No me relaciono con nadie,
no hablo, solo escribo.
Escribo para liberar la necesidad
de contar mis nadas a alguien.
Ese alguien que soy yo mismo,
o lo que un día fui,
ese alguien que hoy
se lamenta de poder ser feliz.
Imagina luces, focos,
alimentando un deseo secreto.
Que siempre avancen los días,
y en cada uno falte tiempo,
para saborear las notas
que produce un instrumento.
Para escuchar un detalle,
inventar un movimiento,
reproducir un trozo de la estrofa
de una canción que me trajo el viento.
Destrozar la melodía del último hit del momento,
endulzar con suaves frases mis pequeños tarareos,
romper la batería, el bajo y la guitarra,
tirar todos los micrófonos al suelo.
Hoy no quiero escuchar más palabras,
quiero tener mis oídos cubiertos.
El silencio es el más bello sonido,
que se produce en el firmamento.
Te sientes inspirado,
te sientas con un papel,
pasan los minutos
y no hay ni una buena idea para poner.
Tachas lo que escribes,
arrugas el folio,
coges uno nuevo del escritorio.
Pero la tinta sigue sin caer.
Sales a la calle,
silbas una melodía,
te gustaría escribir
la canción que nadie querría.
Vuelves a casa,
tus huellas aún están en la hoja,
coges la pluma con rabia
y se comienza a deslizar.
A continuación, voy a leer,
lo que dejaste escrito en mi piel:
Voy a enloquecer!!!
Hasta que amanezca,
me mantendré tomando café y cigarrillos,
podría inventar en mi pensamiento
una guerra en la que no mueran los niños,
el corazón de los militares sea tan duro
como el de una chica enamorada de un chiquillo inmaduro,
que las balas sean tan asesinas
como puede serlo una hormiga.
Hoy quiero empeñar mi alma,
justificar el derrumbe del cuerpo que me aloja,
encontrar sentido a las heridas.
Por arte de magia,
levantarme con los versos de una canción rota,
hallar respuestas,
las preguntas no se agotan.
Pronto comienza el día,
con prisa, el sol se levanta,
mueren la noche y sus risas,
florece la vida, no admite pausa.
La oscuridad da paso
al fulgor brillar del astro.
Se va a descansar la luna,
agotan las tinieblas su mando.
Surge el resplandor infatigable
de la sonrisa crepuscular.
El cielo se llena de luz,
se va apagando el firmamento estelar.
Me despierto, me desperezo,
me pongo en pie, sin dudar.
Hoy me lo voy a tomar en serio,
no se puede demorar más.
Hoy voy a contemplar
cada milagro natural,
que el planeta nos regala
y a veces, no sabemos apreciar:
el alba, el viento, el mar,
el agil volar de las nubes,
el olor de la hierba mojá.
La muerte de la tarde,
el ocaso seduce con su misterio.
Nos hechiza la penumbra.
Mirando al oeste en el atardecer,
desde un colina elevada de esta ciudad
disfruto de la sencilla belleza de la vida,
que no se paraliza jamás.
El cambio de color de la vista lejana,
el avance constante de su caminar.
No existe mano en el mundo,
que pueda hacer a la Tierra aparcar.
